EL EVIDENCIALIZADOR

Hablar de medicina basada en evidencias despierta actitudes muy variadas: algunos se ofenden porque sienten que siempre han hecho una práctica clínica basándose en la mejor evidencia; otros voltean los ojos, con cara aburrida de «otra vez lo mismo», pensando que eso es sólo para investigadores y no para el clínico ocupado; otros más muestran interés genuino pero no el suficiente como para salirse de su zona de confort y empezar a aprender habilidades de lectura crítica o términos básicos de estadística; y finalmente otros se convencen, aprenden y lo ponen en práctica. Promover la medicina basada en evidencias es todo un reto, sobre todo en un país tan mágico como el nuestro.

Algo curioso es que a veces me siento como un evangelizador, o un predicador religioso. Es algo contradictorio tal vez. Un predicador invita a creer en dogmas de fe, es decir, creencias o proposiciones que no deben ponerse en duda. En cambio, promover la medicina basada en evidencias es invitar a cuestionar lo que hacemos, tratar de ser objetivos, dejar a un lado nuestras creencias, y analizar la evidencia para dar una mejor atención médica.

Evidencia significa «certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar», lo cual también sería contradictorio, pero a la vez es cierto. Primero, estoy predicando que exista un sano escepticismo en nuestro quehacer diario. Y luego, estoy predicando «creer» en la evidencia, «creer» en las pruebas científicas, objetivas, válidas y actuales.

De cualquier forma, la analogía parece existir. ¿Eso me convierte en un «evidencializador»?

Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa

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