Es el turno de ver a una señora, paciente tuya, de 48 años de edad y que lleva 5 años con el diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2 (DM). Su presión arterial sistólica ronda los 130 mmHg, su colesterol LDL está en 110 mg/dL, no fuma, toma una copa de vino cada dos días.
Has leído una guía clínica que menciona que hay que tratar de forma agresiva o “intensa” a los pacientes para tener metas (targets) bien claras. ¡Sé agresivo! ¡Atrévete! Mantén la presión arterial a menos de 120 mmHg (la sistólica) aunque sea a base de dos o tres medicamentos, y mantén el colesterol LDL por debajo de 100 mg/dL a como dé lugar.
Sin embargo, algo te dice que exageras; que la terapia “intensa” dirigida a las metas antes descritas no encaja. ¿Podrán estar equivocados los autores de la guía?
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EL EVIDENCIALIZADOR
Hablar de medicina basada en evidencias despierta actitudes muy variadas: algunos se ofenden porque sienten que siempre han hecho una práctica clínica basándose en la mejor evidencia; otros voltean los ojos, con cara aburrida de «otra vez lo mismo», pensando que eso es sólo para investigadores y no para el clínico ocupado; otros más muestran interés genuino pero no el suficiente como para salirse de su zona de confort y empezar a aprender habilidades de lectura crítica o términos básicos de estadística; y finalmente otros se convencen, aprenden y lo ponen en práctica. Promover la medicina basada en evidencias es todo un reto, sobre todo en un país tan mágico como el nuestro.
Algo curioso es que a veces me siento como un evangelizador, o un predicador religioso. Es algo contradictorio tal vez. Un predicador invita a creer en dogmas de fe, es decir, creencias o proposiciones que no deben ponerse en duda. En cambio, promover la medicina basada en evidencias es invitar a cuestionar lo que hacemos, tratar de ser objetivos, dejar a un lado nuestras creencias, y analizar la evidencia para dar una mejor atención médica.
Evidencia significa «certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar», lo cual también sería contradictorio, pero a la vez es cierto. Primero, estoy predicando que exista un sano escepticismo en nuestro quehacer diario. Y luego, estoy predicando «creer» en la evidencia, «creer» en las pruebas científicas, objetivas, válidas y actuales.
De cualquier forma, la analogía parece existir. ¿Eso me convierte en un «evidencializador»?
Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa