El efecto placebo es fascinante. Es increíble que pudiera existir en los niños, pero parece que así es. Es increíble que cirugías falsas provoquen mejoría, pero así pasa.
Pero, si dicho efecto es tan poderoso, ¿es ético usar placebos en nuestra práctica diaria?
Para que exista un beneficio con estas sustancias inertes, forzosamente tiene que haber algo de sugestión, persuasión, o hasta engaño. Y si la relación médico-paciente se basa en la confianza, entonces ¿cómo considerar hacer esto?
Muchas interrogantes para filosofar. Por lo pronto, pueden darle un vistazo a este artículo: «Es de mentiras pero, confía en mí, funcionará«.
Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa