NO OLVIDEMOS SER EMPATICOS

Hoy escuché a un residente enlistar las malformaciones congénitas de un niño que llegó al hospital. Al hacerlo, el resto de los residentes se rieron. Tal vez de lo que se reían era de la manera como lo expresó el residente. O simplemente era una manera de decir «es el colmo». De hecho, estoy seguro que no lo hicieron con malas intenciones. Simplemente no estaban pensando en el niño, ni en sus padres. Como quiera que haya sido, me dejó reflexionando acerca de la empatía.

¿El famoso «humor entre médicos» está mal? Es un humor negro que pocas veces será entendido por un paciente enfermo. Pero también es una manera de desahogarse para el médico estresado. Aquí aplica «quien esté libre de pecado que lance la primera piedra». Por supuesto que yo no puedo lanzarla.

Este tipo de aspectos humanísticos casi no se enseñan en la escuela de medicina. Me atrevería a decir que se menosprecian. La realidad es que siempre deben estar presentes y reforzarse en cada oportunidad posible: en el pase de visita, en la consulta, en la entrega de guardia.

Existe un vínculo directo entre la empatía y los resultados clínicos. La buena comunicación y una fuerte relación médico-paciente  tendrán un efecto positivo en los resultados. Los pacientes confiarán en su médico y tendrán un mejor apego al tratamiento y a todas sus recomendaciones. Como lo menciona Haslam N en su excelente editorial, empatía significa ser capaces de tomar las perspectivas de nuestros pacientes, ser sensibles de sus experiencias e involucrarse con ellos con compasión.

¿Qué tan empáticos somos? Muy poco, al parecer. En un estudio realizado por Morse DS, et al, se evaluaron las consultas de pacientes con cáncer de pulmón con sus oncólogos y cirujanos. En ellas, se identificaron 384 oportunidades en las cuales los médicos pudieron haber mostrado empatía. El resultado: sólo en el 10% lo hicieron.

La empatía puede evaluarse y puede fomentarse. En cuanto a técnicas docentes, al parecer los talleres de habilidades de comunicación tienen el mayor impacto en los alumnos. Y en cuanto al trabajo diario, el estrés y el síndrome de desgaste (burnout) pueden disminuir la empatía. La rutina y el exceso de trabajo definitivamente nos hacen perder sensibilidad. Entonces podemos pensar en estrategias para mantener nuestra salud y equilibrio mental mientras trabajamos.

No dejemos a un lado el aspecto humano de nuestro quehacer diario.

Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa

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