Investigación pediátrica en Latinoamérica

Del 6 al 9 de noviembre se celebró la XLIX Reunión de la Sociedad Latinoamericana de Investigación Pediátrica, con colegas de una gran parte de Sudamérica. El presidente, el Dr. Mauro De La O, amigo y colega de los talleres CASP, logró realizar un evento ameno y de gran calidad. Y la ciudad, bueno, pues por algo Guanajuato es patrimonio de la humanidad. Allá anduvimos tanto Carlos, hablando de redes sociales para investigadores, como yo, hablando de errores cognitivos y el efecto placebo.

Una de las conferencias magistrales me llamó mucho la atención: «La Universidad como fuente del Analfabetismo Científico Mexicano», impartida por el Dr. Marcelino Cereijido. La verdad es que nunca me había tocado oír a alguien, aquí en México, con tal soltura al hacer analogías con tono burlesco entre la religión y la ciencia. En un país tan espiritual como el nuestro, me imagino que al Dr. Cereijido ya lo deben de tener tachado de hereje en más de un lugar.

El doctor habló de cómo la cultura y la religión obstaculizan a países como México en su desarrollo científico. Aunque el título de su plática así lo anunciaba, no puso a la universidad como el origen del analfabetismo científico, se fue mucho más atrás, hasta la educación primaria o incluso antes. Insistió en enseñar la evolución de Darwin en nuestras escuelas. Cuando uno de los asistentes le preguntó «¿cuál es el remedio para el analfabetismo científico en México?», él contestó, «primero, hacer un país laico».

Uno de los ejemplos que usó para decir que México «no tiene una cultura compatible con la ciencia» fue el caso Salvador Cabañas. Al futbolista le dieron un balazo en la cabeza y fue tratado por todo un equipo médico (neurocirujanos, enfermeras…) quienes le salvaron la vida. Lo curioso fue que seguidores del futbolista y de su equipo gritaban con euforia que había sido un milagro y le agradecían su recuperación a un ícono religioso. En sus palabras: «su ignorancia se basa en una manera no científica de interpretar la realidad». Nuestra cultura incluye religión, tradición, arte (literatura, pintura, baile, música)… pero no ciencia.

Fuertes palabras que no sé si en otro auditorio se hubieran recibido igual.

Por otro lado, fue un gusto saludar, convivir (brindar y reír), y aprender de nuevo con Jose Emparanza, quien nos visitó desde San Sebastián, España.

Su conferencia estuvo llena de evidencia de que la medicina basada en evidencia sí funciona. Jose mostró datos de mortalidad comparando 2 unidades hospitalarias de medicina interna en el País Vasco : una que utiliza una metodología explícita de MBE y otra que no lo hace. En la unidad MBE, la mortalidad ha sido menor por más de 5 años. Y para los gestores y administradores, el flujo de pacientes ha sido mayor lo cual hace que la MBE sea rentable.

Cuando Jose estaba haciendo alusión a la administración y a la gestión sanitaria, mencionó un ejemplo excelente de cómo la burocracia puede acabar con la ciencia… al igual que con la música. El texto completo lo pueden leer aquí. El pasaje dice:

«En investigación, como en música, la burocracia ciega tiene el efecto de destruir la creatividad, la imaginación. Si verdaderamente valoramos la ciencia debemos permitir que permanezca libre de excesos burocráticos.

Se cuenta de un Director de una Compañía al que le dieron una entrada para un concierto, en el cual se iba a interpretar la Sinfonía «Inacabada» de Schubert. Como no podía ir le dio la entrada a un colega, el Director de Administración y Personal.

Al día siguiente el Director le preguntó: «¿Le gustó el concierto?» Su colega le respondió: «Mi informe estará en su mesa esta tarde». Esto dejó perplejo al director, el cual más tarde recibió lo siguiente:

Informe sobre la asistencia al concierto del 14 de Noviembre de 1989:

Pieza no 3, Sinfonía «Inacabada» de Schubert.

Durante considerables periodos de tiempo, los cuatro oboes no tienen nada que hacer. Se debiera reducir su número, y su trabajo debiera ser distribuido entre toda la orquesta, eliminando así los picos de actividad.

Los doce violines estuvieron tocando las mismas notas. La plantilla de esta sección debiera reducirse drásticamente. Si realmente se requiere mayor volumen de sonido, esto se puede lograr mediante un amplificador electrónico.

En tocar las semicorcheas se empleó mucho esfuerzo. Esto parece un excesivo refinamiento y se recomienda que todas las notas se redondeen a la corchea más cercana. Si se hiciera así, sería posible emplear personal de baja formación.

No sirve para nada la repetición con las trompas de pasajes que ya han sido tratados por la sección de cuerdas. Si estos pasajes redundantes fueran eliminados, el concierto podría reducirse de 2 horas a 20 minutos.

Finalmente: señalar que si Schubert hubiese tenido en cuenta estos asuntos, ciertamente hubiera acabado su Sinfonía.»

Genial, ¿a poco no?

Fueron 4 días de ciencia, de investigación en pediatría, que valieron la pena. Esta sociedad celebrará su 50 aniversario el próximo año en Argentina. Vamos haciendo las maletas.

Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa

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