Ayer salió publicado en PLoS un artículo titulado «75 ensayos y 11 revisiones sistemáticas al día«. Con sólo leer el título captamos lo difícil que es tratar de depurar toda la paja y tener síntesis de la mejor evidencia para mantenernos actualizados.
Los autores comienzan narrando la historia de la síntesis de la evidencia. Desde el siglo XVIII cuando James Lind hizo una revisión sobre todo lo publicado acerca del tratamiento del escorbuto, pasando por la crítica de Archie Cochrane en 1979 y la creación de la Colaboración que lleva su nombre en 1993, hasta llegar a los registros de ensayos clínicos y el requisito de hacer revisiones sistemáticas antes de un nuevo ensayo clínico.
Todo esto plasmado en una ilustrativa línea de tiempo.
Después de esto, nos describen que aunque la cantidad de revisiones sistemáticas va en aumento, las revisiones narrativas siguen siendo la columna principal de la literatura médica, a pesar de todas sus limitaciones.
El mensaje final es claro. Hay demasiada información y se sigue publicando información sin importancia o con mucho sesgo. Los autores proponen que para alcanzar a satisfacer las necesidades de pacientes y médicos, se necesita priorizar los esfuerzos y reducir los ensayos clínicos innecesarios. Se necesita comenzar por una revisión sistemática para ver si realmente falta un ensayo clínico. Y finalmente, todas estas síntesis de la evidencia necesitan estar disponibles de manera gratuita para todo el mundo.
Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa