EL GIRO NOTICIOSO DEL DIAGNÓSTICO DE AUTISMO

El 10 de agosto, en varios sitios de noticias del Reino Unido, se anunció la llegada de un maravilloso estudio para el diagnóstico del autismo. Maravilloso porque se haría el diagnóstico con el «90% de certeza», en sólo 15 minutos. Los titulares decían así:

  • BBC: New scan could improve autism diagnosis. A new brain scan which can detect autism with more than 90% accuracy has been developed.
  • The Guardian: Autism can be diagnosed with brain scan. Study shows 90% success rate in detecting adult males with ASD, and researchers hope the simple technique will rapidly identify children at risk.
  • Reuters. Quick brain scan could screen for autism. A 15-minute brain scan could in future be used to test for autism, helping doctors diagnose the complex condition more cheaply and accurately.

Lástima que los titulares de la prensa no representan la realidad.

Se trata de un estudio pequeño, en el cual comparan por imagen los cerebros de adultos con diagnóstico conocido de autismo (o de algún trastorno generalizado del desarrollo similar), con los de personas sanas. Viendo ciertos aspectos en las imágenes se obtenía una sensibilidad del 90% para el diagnóstico de autismo. Al parecer ese 90% fue interpretado por la prensa como «certeza diagnóstica» y esto no es verdad.

Imaginemos que la mamá de un niño de 5 años (quien hasta el momento no tiene ningún síntoma de autismo) acaba de leer esta noticia. Preocupada por su hijo, quiere asegurarse que no tenga esta enfermedad. Así que lo lleva al gabinete, le realizan el estudio de imagen y, ¡oh, tragedia!, sale positivo. «¡Mi hijo es autista!»

Vamos a asumir que el niño proviene de una población con una prevalencia del 1% de autismo. El artículo original menciona una sensibilidad del 90% y una especificidad del 80%, lo cual se traduce a un LR+ de 4.5.

a) Probabilidad de la persona de tener autismo antes de hacerle el estudio. b) Probabilidad de la persona de tener autismo después de hacerle el estudio

Entonces, aún con una prueba positiva, la probabilidad de tener autismo de este niño sería menor del 5%. Probablemente sea todavía menos, porque este niño no tiene ningún síntoma de esta enfermedad. Y hay otros detalles en el artículo que lo hacen poco transferible a la práctica diaria (la edad, el tamaño de la muestra, la falta de un espectro adecuado de la enfermedad, etc).

Al día siguiente de la noticia, ya se habían hecho algunas críticas al respecto: una por Carl Heneghan, del Centro de Medicina Basada en Evidencia de Oxford, y otra por Ian Wacogne, editor de la revista Archives of Disease in Childhood Education & Practice Edition.

Pero vamos a darle crédito a los autores, los hallazgos son interesantes, y probablemente ayudarán a entender mejor este padecimiento. El problema fue la manera de redactar la noticia. Obviamente, titulares como los de arriba llaman mucho más la atención.

Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa

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