LA OMS… MANCHADA

La noticia del día, sin duda, se generó a partir del artículo del BMJ, donde se describe la investigación que se hizo acerca de la Organización Mundial de la Salud y sus nexos con la industria farmacéutica. Terrible, simplemente terrible. Si tienen tiempo, vale la pena leer el texto completo.

Durante el desarrollo de la epidemia del año pasado, hubo muchas cosas que se podrían haberse puesto en duda. Algunas se pueden entender. Por ejemplo, si es un virus nuevo y no se sabe su mortalidad, es difícil cuestionar medidas drásticas como cerrar lugares públicos tratando de contenerlo. Ante la duda, esto es comprensible.

Pero algunos detalles dejaban un mal sabor de boca. El hecho de que la eficacia de los inhibidores de la neuraminidasa no se podía determinar por la falta de ensayos clínicos, o más bien, por la ocultación de datos para poder analizarlos, sonaba a juego sucio. Recuerdo el año pasado cuando uno de los expertos nacionales (quien trabaja en Roche) estuvo en las jornadas pediátricas de nuestro hospital hablando del Tamiflu. Le pregunté al final si Roche estaba haciendo ensayos clínicos con pacientes con influenza A(H1N1) y me aseguró que sí. Hasta hoy, no he visto ningún ensayo clínico publicado por ellos.

El artículo del BMJ revela todo, y más. Deborah Cohen, editora del BMJ, y Philip Carter, del Buró de Investigaciones Periodísticas, relatan cómo desde los 90’s la industria farmacéutica fue creando un plan para sacar provecho de una epidemia de gran escala. Describen cómo uno de los ensayos clínicos más sonados sobre la eficacia del Tamiflu tuvo involucrados escritores fantasmas. Cómo un grupo asesor de la OMS y cómo varios de los más importantes «expertos» de influenza en la OMS tenían nexos con la industria, y nunca se reveló algún conflicto de interés. Cómo se tuvo que negociar la aprobación de estos medicamentos con la FDA y la EMEA. Y cómo hasta ahora, la Colaboración Cochrane sigue buscando los datos en bruto de los ensayos clínicos realizados para poder hacer su revisión sistemática y valorar la verdadera eficacia del Tamiflu y el Relenza.

¿Qué nos queda? Nos queda la certeza de que al menos el virus existe, y que afortunadamente tuvo una morbimortalidad muy baja. Nos queda la decepción por la imagen manchada de un organismo, sin fines de lucro (supuestamente), que está a cargo de la salud mundial. Nos queda la duda de qué tan buenos son los famosos inhibidores de la neuraminidasa. Y la incertidumbre de qué va a pasar cuando tengamos una epidemia como la del año pasado, pero con un virus con la mortalidad de la influenza aviar.

Nuestro trabajo, a nivel particular, a nivel local, y a todos los niveles, será exigir transparencia en los estudios de investigación y el registro y la disponibilidad de todos los datos de todos los ensayos clínicos.

Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa

Comparte esta entrada: Share this post with the world.
  • Twitter
  • Facebook
  • del.icio.us
  • Digg
  • Google
  • LinkedIn
  • StumbleUpon
  • Technorati