Tesis: el duelo del residente.

Durante la preparación del estudiante de medicina en gran parte de nuestro país, los términos “investigación”, “ensayo clínico” o “revisión sistemática” suenan más que lejanos, suenan etéreos. Como los elfos para los hobbits, como la magia para los muggles, la gran parte de los profesionales de la salud nos sentimos fascinados pero ajenos a lo que pueda estar sucediendo en el mundo de la medicina basada en evidencia. Nos ensalzamos enfrente de pacientes o colegas por haber leído UptoDate o Medscape, sin embargo la posibilidad de cuestionar lo que se nos presenta como evidencia parece innecesaria y fuera de contexto. Así mismo, el concepto de ir más allá de lo publicado y generar nueva evidencia suena descabellado, difícil de realizar y algo ajeno al clínico. Todos estos prejuicios e inseguridades se verán reflejados muy temprano en nuestro entrenamiento como especialistas: la tesis profesional.   

Aunque en la mayoría de las universidades existen oportunidades de involucrarse en investigación o bioestadística, el joven médico mexicano suele evitarlas. Pocas instituciones preocupadas por esta problemática, se han visto orilladas a rediseñar sus programas para ofrecer a sus estudiantes mejores opciones relacionadas con la investigación científica. El estudiante de medicina promedio navega por 6 años de preparación sin tener una experiencia realmente cercana con la generación de nueva evidencia o sin criticar la ya existente.

Cuando el recién estrenado médico decide perseguir una carrera como especialista, muchos son los temores y pocas son las certezas. Desde el primer día de inducción se nos informa que tendremos que realizar un protocolo de investigación como requisito de graduación, la tesis. Muchos de nosotros no sabemos las dimensiones de lo que se nos exige y confiamos en que nuestra alma máter nos preparó para eso y más. Pensamos contar con las destrezas y conocimientos necesarios para completar la encomienda. Error.

Durante la primera etapa de la residencia, se nos intentará enfrascar gran parte de la información necesaria para la comprensión de los distintos conceptos sobre investigación. En muchos casos eso no será suficiente para que el residente obtenga las armas necesarias para realizar un ensayo clínico o una revisión sistemática de calidad. Las herramientas que el residente necesita provienen de lo aportado por la institución y de su interés intrínseco por la materia. Si ese interés no fue propiamente cultivado o encausado será difícil que el médico en entrenamiento lo desarrolle.

El residente que no se siente preparado ni listo para una tarea de esta índole pasará por las etapas del duelo de Kübler-Ross sin saberlo. Primero, la negación. “No hay problema, aún tengo mucho tiempo”, podría ser una frase que suene familiar. Después, la ira. Culpará a la universidad o al programa de residencias por no darle el tiempo suficiente. De igual manera se culpará a si mismo por no haber tomado las medidas necesarias durante su entrenamiento. Posteriormente vendrá la negociación. El residente intentará establecer un pacto con demás investigadores, consigo mismo y con su institución para buscar un protocolo fácil de realizar, tal vez sin mucho valor científico, pero que no le quite demasiado tiempo ni esfuerzo. Probablemente recibirá negativas en sus intentos de negociación y llegará la depresión, la pseudo-derrota. El tiempo se vendrá encima y el residente se sentirá desahuciado. De pronto, un destello de madurez y crecimiento interno vendrá. La aceptación de que no hay alternativa más que asesorarse de manera adecuada, dejar a un lado la apatía y empezar de nuevo. El residente deberá buscar la manera de rodearse de la gente adecuada, hacerse una pregunta clínica relevante (tal vez por primera vez en su carrera) y tratar de responderla de manera científica.

Las tesis de los residentes podrían ser una excelente fuente de investigación tanto para las instituciones como para los hospitales de nuestro país. Una manera de asegurar calidad en diseño y buena metodología es seduciendo al joven médico en formación y aceptando que los conceptos de investigación y bioestadística son tan importantes como la anatomía y fisiología. Finalmente recordemos que la capacidad de crítica, la curiosidad y la inquietud por conocer más, son características sine qua non de los investigadores clínicos. Eso no se transmite en el aula.

César Lucio

Residente de Pediatría del Programa Multicéntrico de Residencias Médicas del ITESM y Secretaría de Salud de NL.

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