La Panacea

El buen Asclepio (Esculapio para los Romanos), antiguo dios griego de la medicina, tuvo a bien casarse con una amiga que le presentaron, la bella Epíone (diosa de la mitigación del dolor). Epíone se encargó de calmar su dolor al darle 5 hijas, una por cada virtud de la medicina. De tan saludables hermanas se desprendió Panacea, diosa de la curación. Se decía que Panacea poseía la cura para cualquier mal que aquejara a mortales o deidades. Bajo esta premisa, los alquimistas de antaño dedicaban sus vidas a buscar la cura para todas las enfermedades, la panacea.

El derecho universal a la salud es un concepto que ha sido descrito desde tiempos de Platón. A lo largo del siglo XX diversos gobiernos del mundo han intentado buscar un modelo adecuado para ofrecer atención médica de calidad a todos sus ciudadanos por igual. En todos los casos el resultado ha sido variante, heterogéneo y difícil de replicar. La medicina al alcance de todos ha sido la eterna búsqueda de los gobiernos demócratas y neoliberales, así como de los socialistas y comunistas. Sin embargo, la receta para alcanzar dicho estado nadie parece poseerla. En países en desarrollo como el nuestro, el concepto de salud al alcance de todos es algo que tiene menos de 15 años en la agenda política. Desde la perspectiva de las administraciones gubernamentales más recientes, la implementación del «Seguro Popular» ha sido la mayor y más importante estrategia de salud de los últimos cien años, la panacea.

La fórmula por la cual ha apostado el gobierno mexicano es un esquema de aseguramiento público, para población que no cuenta con acceso a servicios de salud. El financiamiento para esta cobertura viene de un pago anticipado que la federación realiza una vez al año por cada individuo beneficiario. En el último sexenio el número de afiliados a este sistema se ha disparado de manera vertiginosa. Actualmente el gobierno mexicano se pavonea con los siguientes datos: 51 millones de afiliados al seguro popular, más de 100 millones de mexicanos con acceso a servicios de salud o que en el 2012 se alcanzará cobertura la universal de salud. Estos números pueden alentar el escenario más ominoso, sin embargo la realidad de nuestro sistema va más allá de números ásperos o méritos populistas. Los que conocemos de primera mano el proceder de los gestores de salud, tenemos preocupaciones legítimas acerca de la viabilidad y calidad de un proyecto como éste. El concepto de atención médica sin distinción es preciado y etéreo para los que creemos en la universalidad de la salud. Desafortunadamente en este caso existen dudas que invaden hasta el más optimista. ¿Está lista la infraestructura de salud mexicana para enfrentar tal volumen? ¿Estas 51 millones de personas reciben atención médica de calidad, eficiente y basada en evidencia? ¿Qué debe sacrificar el sistema para poder llegar a la gloria de la cobertura universal? ¿Qué no debe sacrificar?

Existen naciones como Australia o Canadá en los cuales el gobierno federal se encarga total y completamente de las intervenciones de salud para toda la población. Hay una sola institución encargada de gestionar la salud y hay muy poca fuga de recursos debido a que los mismos son dirigidos hacia una sola entidad administrativa. En países como China, Cuba o Rusia, la responsabilidad económica de la salud de sus ciudadanos es repartida equitativamente entre los presupuestos federales, estatales, locales y rurales. Reino Unido, considerado por muchos como el ejemplo a seguir, provee atención de salud para todos sus ciudadanos por igual mediante el NHS (National Health System). Finlandia e Israel también intentan alcanzar la cúspide de la cobertura universal. Todas estas maquinarias gubernamentales tienen fallas desde el punto de vista de sus usuarios: largos tiempos de espera para consulta con especialistas o para cirugías (desde 1 semana hasta 1 mes), la imposibilidad de atenderse con el médico que ellos elijan, la falta de médicos en áreas no urbanas, etc. Aún con estos puntos a mejorar, los niveles de satisfacción entre los ciudadanos de estos países son arriba del 85% cuando se refiere a salud. ¿El secreto? No son los mayores recursos, no es el ser un país adinerado, no son las universidades en donde se entrenan los médicos, no es el tipo de sistema político. El secreto es la planeación. El truco es saber con que cuenta tu país y hacerlo más eficiente. La clave es detectar viejos vicios y eliminarlos por completo. Lo que se necesita es cortar cabos sueltos, identificar hoyos por los cuales se fugan recursos y cubrirlos.

En nuestro país una gran parte de los afiliados al “Seguro Popular” son derechohabientes a otro servicio de salud. IMSS, ISSSTE, PEMEX, Servicios Municipales entre otros, son instituciones que ofrecen cobertura total para sus afiliados, sin embargo muchos de éstos acuden a dependencias del “Seguro Popular” para atenderse. Esto se traduce en todos los mexicanos pagando doble cobertura por una misma persona. Aunque la premisa para afiliarse al “Seguro Popular” es no tener otra forma de servicio médico, el gobierno federal no verifica que así sea y afilia a diestra y siniestra. Distintas instituciones alojan a 3 o 4 veces la burocracia que realmente se necesita para mantener a un sistema de salud eficiente y pulcro.

La calidad de la atención es algo que se está sacrificando al intentar cubrir volúmenes insostenibles con la infraestructura actual. Carencia de hospitales, equipo, medicamentos y personal es a lo que día a día se enfrentan los usuarios. En el área de pediatría el médico se debe ajustar a ejercer sólo con medicamentos en presentaciones incómodas, ajustando paracetamol (acetaminofén) en gotas para un niño escolar o recetando amoxicilina/clavulonato en suspensión con la menor concentración posible. Abundan las señoras cargando 4 goteros de paracetamol y 9 frascos de antibiótico para un solo niño por los pasillos de los hospitales. ¡La medicina basada en evidencia formó parte oficial de la estructura del Seguro Popular hasta el 2009! En este año se realizó una actualización de los servicios de salud y se acordó formar comités asesores para cada especialidad, supuestamente tomando como herramienta la medicina basada en evidencia. A dos años de este nuevo implemento, falta mucho por hacer. Se sigue practicando una “medicina basada en existencia”, dependiendo de los recursos que se encuentran disponibles en ese momento, tanto académicos como materiales.

La medicina al alcance de todos es el objetivo común que debemos trazar como sociedad y país. La salud es un derecho inalienable. En algunos escenarios es necesario definir salud. La salud no es tener acceso a un consultorio y recibir ambroxol a libre demanda. La salud debe trascender al estilo de vida del individuo, debe establecerse en su diario acontecer y compartirse con los que lo rodean. Es ahí donde se encuentra la panacea.


César Lucio
Residente de Pediatría del Programa Multicéntrico del ITESM y Secretaría de Salud NL

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