Archivos de la categoría Medicina Basada en Evidencias

4 TRATAMIENTOS, MISMO PACIENTE

Un niño de 2 años de edad, comenzó hace un par de días con rinorrea, algo de tos productiva y desde ayer, fiebre de 38ºC. Ha disminuido su apetito pero sigue comiendo y tolera bien líquidos. Durmió bien anoche. No tiene antecedentes de importancia, a excepción de acudir a guardería desde hace 9 meses. A la exploración física tiene buena apariencia, llora sólo en el momento de su chequeo, y presenta rinorrea blanquecina, una faringe con eritema, sin exudados, tímpanos no abombados, y su tórax normal.

Imaginemos que 4 niños exactamente iguales a éste acuden a 4 médicos distintos:

Médico 1. Tratamiento: amoxicilina, antipirético y mucolítico.

Médico 2. Tratamiento: lavados nasales por razón necesaria, antipirético.

Médico 3. Tratamiento: antihistamínico/descongestivo, antitusivo, nebulizaciones con solución fisiológica, antipirético.

Médico 4. Tratamiento: homeopatía.

A la semana de haberlos visto, los médicos les hablan por teléfono a sus pacientes y las mamás contentas les dicen que sus hijos ya están muy bien y que se aliviaron muy rápido con el tratamiento que les dieron.

¿Cuál médico dio el mejor tratamiento?

Es posible, y muy probable, que los niños simplemente cursaron la historia natural de la enfermedad. Entonces, ¿todos están mal? O tal vez, todos están bien, porque en el momento de la consulta las mamás salieron convencidas de que los niños se iban a aliviar, y tranquilas porque sentían que sus hijos estaban en buenas manos.

La variabilidad en medicina siempre existirá. Todos somos diferentes. Por otro lado, la variabilidad que no se explica simplemente por los valores de los pacientes, por el azar, o por los recursos, tal vez pueda disminuirse si hacemos caso a la mejor evidencia.

Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa

ANTIBIOTICOS SIN RECETA: UNA LUCHA CONTRA LA IGNORANCIA

En el periódico El Norte, del grupo reforma, en la sección de negocios, apareció un encabezado citando a un señor de bajos recursos del área de Monterrey, y cito:

«Yo soy pensionado y la verdad cuando me duele la garganta voy a comprar ampicilina sin receta, pero ahora con esto, pues no voy a ir al Seguro Social a consultar por una infección de garganta, porque luego te dan la cita hasta dentro de 15 días. Yo creo que voy a otro tipo de clínicas de bienestar social para no batallar»

El norte, 3 de abril 2010, sección Negocios.

Peor aún, el reportero cita a «especialistas» que aseguran que esta medida provocará mayores problemas y costos a los «clientes» de las farmacéuticas, léase, los pacientes.

El argumento de ellos, y de ciertos diputados federales en contra de la medida, es que el sistema de salud es de mala calidad y no se dará abasto con la enorme cantidad de pacientes que ahora tendrá que consultar para poder conseguir un antibiótico… (hasta aquí, la cabeza todavía me daba vueltas), por ende, hay que continuar con la medida de darles antibióticos a la población para que… y aquí es donde me pierdo… «¿Para qué?» – le preguntaría yo a uno de los diputados que si bien apoyan la medida (obviamente, son diputados contrarios al actual gobierno), promueven que no se lleve a cabo aún, ya que hará daño a la sociedad.

Tienen razón en ciertas cosas. Nuestro sistema de salud aún tiene deficiencias en calidad de la atención y probablemente no se dé abasto con el flujo de pacientes (cuya culpa recae en AÑOS de retraso económico, corrupción, flujo inadecuado de recursos para el sector salud, etc). Pero ese no es el único problema; existe un gran elefante en el cuarto que muchos no ven o quieren hacer como que no lo ven: la educación. Y no solo me refiero a la educación básica en nuestros pacientes, que tienen que saber que infección de garganta no es igual a antibiótico, que si no le das antibiótico no se va a morir, que los antibióticos generan resistencias bacterianas, alergias y otros muchos probables efectos adversos, etc. También me refiero a la educación (o transferencia del conocimiento) a todos los niveles del sector profesional de la salud (público y privado). Es de todos nosotros la responsabilidad; desde administradores de hospitales, enfermeras y muchos médicos. Si la población supiera al menos algunos de los puntos sobre el uso adecuado de antibióticos, y/o los médicos nos dedicáramos algunos minutos a dar esa información ya sea mediante viva voz, panfletos, comerciales, lo que a usted se le ocurra y compruebe que funcione; estaremos dando un gran paso en la ruta al desarrollo de nuestro país. Esto claro, con la ayuda de buenas leyes que se cumplan y un adecuado combate a la corrupción.

Sí, sueno a utopía; pero tal vez eso no es lo más triste; lo triste es que esta medida de antibiótico vendido obligatoriamente con receta médica tiene 35 años de edad; desde 1975, en el artículo 225, fracción cuarta, de la ley general de salud, para ser exactos, y aún no somos capaces de llevarla a cabo.

Existen muchas medidas para diseminar la información adecuada a nuestros pacientes, existen guías clínicas que los médicos podemos empezar a usar como APOYO para disminuir el uso indiscriminado de antibióticos. Es cuestión de intentarlo, de educar, educarnos, pensar críticamente y mantener nuestra mente abierta.

Carlos A. Cuello García
Centro de Medicina Basada en Evidencia del Tecnológico de Monterrey
www.cmbe.net

SESGOS POR CAMBIAR LOS DESENLACES

¿Qué es mejor que 1 estudio? Varios estudios.

Si tan sólo fuera así de fácil.

Las revisiones sistemáticas, a diferencia de las narrativas, intentan buscar por cielo, mar y tierra, todos los estudios realizados acerca de una pregunta específica y muy bien definida. En todas las revisiones sistemáticas se puede identificar la pregunta en formato PICO. Por ejemplo:

  • P. Población/problema: «en pacientes con la enfermedad X…»
  • I. Intervención/exposición: «…el uso de el medicamento A…»
  • C. Comparación: «…comparado con placebo…»
  • O. Outome: «…disminuye la mortalidad»

La «O» es difícil de traducir pero representa los resultados o desenlaces que se están tratando de evaluar.

Si una revisión está bien hecha, es una de las mejores herramientas que tenemos para la toma de decisiones en medicina. Sin embargo, como todo, las revisiones también pueden contener sesgos.

Es fácil entender que si una revisión sistemática incluye sólo artículos de baja calidad, entonces sus conclusiones serán poco válidas (basura entra, basura sale). O si la revisión incluye sólo estudios con resultados positivos (posible sesgo de publicación), los resultados pudieran ser engañosos.

El recién publicado artículo de Kirkham explora otro problema: el sesgo por modificar la «O» después de haber realizado el protocolo o de haber visto los resultados de los estudios individuales. Esto puede provocar sesgos porque aumenta la posibilidad de que se hagan análisis no previstos o post hoc.

Kirkham y colaboradores encontraron que hasta una quinta parte (64/288) de las revisiones de 3 ediciones consecutivas de la biblioteca Cochrane tenían discrepancias entre los desenlaces mencionados en los protocolos y la revisión final. Y también notaron que, por lo general, los autores no reportan las razones por las que se hicieron los cambios.

Al final, éste es otro punto que debemos considerar al realizar una lectura crítica de una revisión sistemática.

Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa

…Y DOS CAJAS DE AMOXICILINA PARA LLEVAR, POR FAVOR

Cuando iniciaba mi práctica pediátrica hace diez años, comenzaba con ayudar a distintos ex-profesores que manejaban una agenda grande de pacientes en la práctica privada; una paciente de uno de ellos se hallaba con su familia en Europa del norte. Recibí un correo electrónico de ella y precisamente cuando me disponía a leerlo me marca por teléfono.

“- Necesito tu ayuda” –me dice desesperada- “dime ¿dónde consigo antibióticos acá en Finlandia? ¡Los doctores son un asco! ¡No me quieren dar antibiótico para mi hijo! Tiene fiebre desde hace dos días. ¿Dónde compro uno?”

– “¿Qué te dijeron que tenía?”

– Nada, un resfriado.

Después de preguntar y ahondar en el caso, me di cuenta que se trataba de una simple infección viral respiratoria alta, sin ninguna complicación.

– “El doctor está en lo correcto, no se requiere de ningún antibiótico” – le dije- “déjalo y dale lo que te digan allá. No te preocupes en buscar antibiótico, nadie te lo va a vender… será más fácil que consigas una droga ilícita a que consigas un antibiótico.”

Al final, el niño evolucionó como todas los resfriados, en diez días ya se hallaba asintomático.

Con una gran alegría, pero más con sentimiento de vergüenza, recibí ayer la noticia de que en México ya se prohibiría la venta de antibióticos sin receta médica al público.

Lo digo con vergüenza porque desde hace muchos años (de hecho, desde su invención) debió haberse prohibido la venta sin receta médica en nuestro país. Esto no ha provocado más que daño a la población y probablemente de una forma perdurable.

Ya en un post previo, Giordano nos mencionaba la noticia de cómo los hospitales en Noruega eran los más sanos en cuanto a que presentaban la menor cantidad de “super-bacterias”, llámense MRSA (el estafilococo resistente a meticilina) enterococo resistente a vancomicina, entre otros también peligrosos. Pues ya está demostrado que el uso de antibióticos profilácticos no mejora los desenlaces en las infecciones respiratorias o disminuye la mortalidad en cualquier sentido.

Creo que esto apenas es un inicio y que seguirá habiendo cambios positivos. Falta que nuestra comunidad cambie y nosotros como médicos sigamos educando a la misma cada día, en cada consulta.

Carlos A. Cuello García
Centro de Medicina Basada en Evidencia del Tecnológico de Monterrey
www.cmbe.net