Un solo estudio rara vez da suficiente certeza como para recomendar algo en salud. Hay cosas que pueden suceder por azar. El número de participantes en el estudio, el número de desenlaces clínicos, la manera de asignar los tratamientos a cada grupo, el efecto placebo, el seguimiento de los pacientes, etc., todo ello tiene un impacto en dicha certeza. De ahí la importancia de tratar de juntar todos los estudios que existan tratando de responder una misma pregunta. Precisamente ése es el objetivo de las revisiones sistemáticas.
Los autores de una revisión de calidad se formulan una pregunta clínica específica y escogen el tipo de estudio más apropiado para responderla. Luego buscan todos los estudios que se han realizado (no sólo los publicados y no sólo los que estén en su idioma natal). Después analizan la calidad de los mismos, lo cual es crítico (no todo lo que brilla es oro). Finalmente analizan los resultados, los combinan cuando es apropiado, y los interpretan. Y todo debe ser transparente, con los métodos explícitos, de manera que si alguien replica la revisión debería llegar a las mismas conclusiones.
Pero sería un error considerar a ciegas las conclusiones de una revisión sistemática que incluye un metaanálisis como la mejor evidencia. Sigue leyendo