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A MI SI ME FUNCIONA

A través de la cuenta de Twitter de la revista Evidencias en Pediatría, nos llega esta genial caricatura de La Pulga Snob. La ilustración muestra la actitud de la gente ante la evidencia. Es difícil cambiar una creencia. «Yo lo he estado usando siempre y a mí me ha funcionado muy bien». Lo gracioso del dibujo es que uno de los monitos que recibió el placebo también está alegando que sí funciona el producto.

Muy relacionado a esto, ayer se publicó un excelente artículo titulado: «Convenciendo al público para que acepte nuevas guías clínicas«. Este ensayo está hecho por una periodista, no por un médico, así que está escrito de una manera sencilla y clara. El mensaje es el mismo: es muy difícil cambiar una creencia. Se necesitan más que números para convencer a alguien de que algo en lo que ha creído por tanto tiempo es erróneo. Vale la pena tomarse el tiempo para leerlo.

Y ya que andamos en eso, si les gusta esta caricatura, y también les gusta el artículo mencionado, entonces les gustará el libro «La Sombra de Hipócrates«.

Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa

QUIEN QUIERE SER UN EXPERTO EN DIAGNOSTICO?

(Primera parte)

László y Klara Polgár, dos educadores Húngaros cierta vez tuvieron la determinación de demostrar que las mujeres podían ser tan buenas como los hombres para los retos de pensamiento espacio-temporal, como, por ejemplo, jugar ajedrez. Hace más de treinta años el pensamiento habitual era que los talentos o “expertos” en ajedrez eran natos, así como los expertos en otras áreas, como música, matemáticas, arte y… medicina.

Lászlo y Klara educaron a sus tres hijas en casa, y parte del temario incluía la clase de ajedrez. Al paso de los años su esfuerzo rindió frutos. En el año 2000 las tres niñas ya se encontraban entre los diez mejores jugadores del mundo. Judit, la menor, llegó al grado de Grand Master de la FIDE a los 15 años de edad, derrotando a su paso a muchos chicos. La tesis de sus padres fue “los genios (talentos, expertos) no nacen, se hacen”.

¿Qué tienen en común los grandes expertos en otras áreas con la medicina (y por lo tanto con los buenos diagnosticadores)? Bloom en su ya clásico texto “Desarrollando el talento en los jóvenes”, hace una recopilación de las características de los talentos y los expertos tratando de predecir quién y cómo será un experto. Entre sus conclusiones, menciona que los deportes es la única rama en donde lo innato cuenta (si eres más alto y tienes genética musculosa, serás mejor garrochista); pero al hablar de artes, ajedrez, matemáticas y medicina, el IQ, clase social o belleza no son un común denominador para hacer un experto. De su trabajo concluye que lo que más ha influido en la creación de las grandes mentes, expertos y talentos, es: la PRÁCTICA; cantidad y calidad de práctica; practicar intensamente, estudiar con maestros devotos y tener un apoyo entusiasta por parte de su familia. Otros estudios en el área de la psicología han demostrado resultados similares: los expertos se hacen, no nacen.

La relación entre experiencia y “performance” se describe previamente por Krampe y Ericsson en 1996 en el campo de la música.

¿Y en medicina?

El diagnóstico certero requiere un gran porcentaje de experiencia. Desgraciadamente eso solo lo obtenemos con el tiempo, y exposición. Ver pacientes y más pacientes. Esto lo demuestran varios estudios; entre ellos mencionaré dos, el primero el de Hobus & Schmitt, quienes evalúan cómo la certeza diagnóstica va aumentando con la edad y experiencia.

El otro estudio interesante es sobre el reconocimiento de patrones en dermatología. Kulatunga-Moruzi et al., dieron datos verbales, visuales y la combinación de ambos a dermatólogos experimentados, médicos de atención primaria (AP) y a residentes en dermatología sobre condiciones de la piel. Los resultados se presentan en esta gráfica

Siendo residente es obvio que se pasan una gran parte del tiempo leyendo y su diagnóstico viene, en su mayoría, de la memoria de lectura; al enfrentarse a un diagnóstico puramente visual, no reconoce la entidad, y fallan más. En cambio, la experiencia visual del dermatólogo y el médico de atención primaria es más obvia.

El mensaje es claro, la próxima vez que veamos a nuestros pupilos no diagnosticar o mal-diagnosticar una entidad clínica con tan solo verla, preguntémonos antes si han tenido la exposición suficiente a ese tipo de entidades, ya sea viendo pacientes reales o mediante herramientas como un buen atlas o imágenes mediante la plataforma tecnológica. Es posible que también le falten años de experiencia (el número mágico es ¡10 años o 10,000 horas de práctica!).

Mejor preguntémonos si la falta de exposición es por falta de interés del estudiante/residente o por que no le hemos proveído de esa oportunidad. La primera sí merece un regaño y orientación, la segunda, una introspección nuestra.

  • Krampe, R. T., & Ericsson, K. A. (1996). Maintaining excellence: Cognitive-motor performance in pianists differing in age and skill level. Journal of Experimental Psychology: General, 125, 331-359.
  • Hobus PPM, Schmidt HG. 1993. In: Schmidt HG. The encapsulation framework in the presentation of physicians’ recall of clinical cases. Presented at the annual meeting of the American Educational Research Association. Seattle, WA, 2001
  • Kulatunga-Moruzi C, Brooks LR, Norman GR. Using comprehensive feature lists to bias medical diagnosis. J Exp Psychol Learn Mem Cogn. 2004 May;30(3):563-72.

Carlos A. Cuello García
Centro de Medicina Basada en Evidencia del Tecnológico de Monterrey
www.cmbe.net