La vacunación es una estrategia que salva la vida de millones de niños al año. Paradójicamente, el gran beneficio que dan ha hecho que personas duden si actualmente valen la pena. La secuencia podría ser ésta:
- Hace muchos años, nos enfrentábamos a enfermedades que causaban la muerte (difteria), paralizaban a los niños (polio), provocaban malformaciones en los recién nacidos (rubeola congénita) o dejaban secuelas graves (meningitis por neumococo).
- Se desarrollaron las vacunas.
- Por el riesgo de dichas enfermedades, la gente se empezó a vacunar.
- Gracias a las vacunas, fueron disminuyendo esas enfermedades.
- Como hoy en día ya no se ven, hay personas que cuestionan diciendo «ya ni existen, ¿para qué vacuno?»
Complicando las cosas, fraudes como el de Wakefield y la mala información que circula en redes sociales siembran aún más dudas y por eso han surgido movimientos antivacunas.
Estos movimientos han provocado epidemias en otros países. Por ejemplo, Estados Unidos, un país donde se declaró erradicado el sarampión en el año 2000, sufrió su peor epidemia en más de veinte años entre los años 2013 y 2015. Sólo en el año 2014 tuvieron 647 casos de niños de sarampión, la inmensa mayoría no vacunados.
¿Y qué pasa en nuestro entorno?
Durante el 2015, realizamos una encuesta a 555 padres de familia de diferentes jardines de niños públicos y privados en la ciudad de Culiacán. Los resultados más importantes fueron:
- Aproximadamente 1 de cada 5 niños (18%) de las escuelas privadas (a nivel de jardín de niños) se está dejando de vacunar por dudas que tienen los padres. En los jardines de niños públicos el porcentaje de rechazo fue del 6%.
- Tres factores se asociaron con el rechazo a la vacunación:
- Acudir a un jardín de niños privado.
- Buscar información sobre salud o nutrición en internet.
- Presionar «Me gusta» en artículos de salud o nutrición en internet.
Sin duda, estos hallazgos son foco rojo para la salud estatal.
Estos resultados han sido publicados en la revista Salud Pública de México como carta al editor. El estudio completo pueden leerse en este enlace.
Giordano Pérez Gaxiola
Centro Colaborador Cochrane
Hospital Pediátrico de Sinaloa