Alumno en taller de lectura crítica: «Si está publicado en The Lancet, o en el New England Journal of Medicine, ¿puedo confiar en el artículo?»
Tutor: «No tan rápido, primero debemos fijarnos en los métodos para ver si es válido o no. Puede haber artículos publicados en revistas de prestigio que están mal hechos, o manipulados, o que simplemente no sirven para la práctica diaria.»
Alumno: «¿Y, entonces, de qué sirven los editores de esas revistas?, ¿por qué se publican cosas que no sirven?».
Ésa es una interrogante real con la que nos hemos topado al dar talleres. Y hace poco, fue una interrogante con la que golpearon a los editores de The Lancet, la segunda revista con mayor factor de impacto en la literatura médica.
Druin Burch y colegas mencionan 2 ensayos clínicos aleatorios sobre el uso de insulina degludec publicados en dicha revista y luego hacen un recuento de todas las estrategias que usan los autores para matizar los resultados: desde reclutar pocos pacientes en muchos centros, hasta enfocarse en desenlaces secundarios en sus conclusiones, pasando por el patrocinio de la industria. Todo ello para lograr que los clínicos usen la insulina degludec en vez de otras alternativas.
Los editores y los revisores son los filtros que existen para que se publiquen artículos de buena calidad en las revistas médicas. Pero al ver estas situaciones nos damos cuenta que dicho proceso está lejos de ser perfecto.
A The Lancet se le cuestionó mucho la publicación de Wakefield que prácticamente ha provocado epidemias de sarampión en diversos países. Éste es otro llamado para que los editores de esa revista se pongan las pilas.
Giordano Pérez Gaxiola
Departamento de Medicina Basada en la Evidencia
Hospital Pediátrico de Sinaloa