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Acerca de Carlos Cuello

M.D., Ph.D. Department of Health Research Methods, Evidence, and Impact / Department of Pediatrics McMaster University Escuela de Medicina del Tecnológico de Monterrey

QUE RED SOCIAL DEBEN USAR LOS PROFESIONALES DE LA SALUD?

Hoy en día, diez años después del terrible miedo al Y2K (el error del milenio) y cercano el mito del 2012, nos bombardea la información. No nos basta estar todo el día en la consulta, dando clases, pasando visita, contestando llamadas telefónicas urgentes y “urgentes”; sino además nuestros pacientes, hijos, familia también nos inundan de peticiones de pertenecer a una de las redes sociales más famosas del momento.

“Solo me quitarán el tiempo”

“Mis pacientes las usan y me han pedido que los agregue como amigos en Facebook.”

“Mis hijos están en ellas todo el día y quieren que NO los agregue en Facebook”

“¡Esa cosa de Twitter! ¡Desde el presidente de la República hasta los comentaristas de fútbol lo usan…!”

“Mis colegas (sobre todo los más jóvenes) están entrando a este movimiento… mis pacientes tal vez los prefieran a ellos porque son médicos más actualizados ¿será cierto?”

Tan solo estas son unas de las frases que escucho con frecuencia en las conversaciones entre médicos.

Hace unos días se publicó una reseña de CMO.com de su apreciación sobre las redes sociales y su uso en el mundo del “marketing”. CMO significa “Chief Marketing Officer” y es el equivalente al director ejecutivo (CEO) pero en el área de la mercadotecnia.

Para los que me conocen saben que soy acérrimo enemigo de hacer la “medicina basada en la mercadotecnia” y conocen mi filosofía de que si solo hacemos medicina por hacer dinero, estamos destinados al fracaso y al vacío existencial, al no poner como primer objetivo la salud de nuestros pacientes y/o anteponer nuestras decisiones en base a si gano más o menos dinero.

Lo que sí me parece un área de oportunidad para hacer más eficiente nuestra práctica (sea pública o privada) es el aprovechar la plataforma tecnológica que se nos da de forma gratuita casi en su totalidad (el único costo es nuestro dispositivo, PC o portátil, con conexión a internet). Sin embargo, con tantas opciones, necesitamos conocer las ventajas y desventajas de cada una de las redes sociales y qué nos ofrecen, y más importante, qué les podemos ofrecer a nuestros pacientes.

Tomando como analogía el análisis de CMO.com, pensé en adaptarlo a la práctica médica, desde un punto de vista siempre humano y ético (repito, no con el fin de hacer dinero). Lo “mercadólogos” mencionan en cada una de las redes sociales cuatro características:

Comunicación con el cliente: en el caso del médico, una red social es una herramienta que puede ayudarnos a permanecer en contacto con muchos de nuestros pacientes (no “clientes”). El médico puede usar una de estas herramientas para dar instrucciones sobre condiciones comunes, por ejemplo, un vídeo de “qué es la fiebre” puede ayudar mucho a tranquilizar a padres. ¿Cuál red social usan más mis pacientes? ¿Cuál revisan con regularidad? ¿Para qué la usan? Son otras preguntas que debemos hacernos.

Exposición de marca: Este tópico si es más dirigido a la mercadotecnia, y se refiere a qué tanto expongo mi marca y qué tanto flujo de información les proveo al encontrarme. En medicina lo podríamos convertir a exponerme como médico en las redes sociales, desde un punto de vista informativo. Por ejemplo, colocar mis credenciales o curriculum vitae para que los pacientes tengan una idea de quién soy, o con quién trabajo en caso de trabajar en un hospital o un equipo médico.

Tráfico a mi sitio: imagine que usted quisiera que todo mundo visitara su casa y, a modo de un mundo bajo tierra como el de Alicia en el País de la Maravillas, usted pudiera mover todos los caminos por los que transita la gente y se dirigieran hacia usted. Eso es un adecuado manejo del tráfico, a esto se refiere cuando escogemos la red social que facilite el camino a mi sitio o perfil.

Optimización para motores de búsqueda: del inglés, Search engine optimization (SEO). Se trata de que los buscadores, como Google, Yahoo o Bing, indexen nuestro sitio asociado a palabras claves, determinadas específicamente para nichos de mercado previamente definidos, que representen los intereses de nuestros sitios web. Es decir, que la gente que busca cierto tópico, llegue a nosotros. Aplicado a la medicina solo podría darse si tenemos nuestra propia página web (muchos médicos ya la tienen, solos o en grupo) o nuestro blog o perfil propio de facebook. Por ejemplo, si me dedico a la gastroenterología pediátrica y tengo un blog o página web sobre el tópico, quisiera que alguien al teclear en un buscador “gastroenterólogo + México” uno de los primeros sitios a encontrar fuera el mío.

Según en la página de análisis de sitios web Alexa las redes sociales más utilizadas en México son Facebook, Hi5, MySpace y Twitter, en ese orden de popularidad, mientras que en España son Facebook, Twitter, Flickr, LinkedIn y MySpace.

Sin embargo, parece que Hi5 y MySpace tienden a desaparecer o a ocupar un lugar secundario, por lo que no me meteré de lleno en ellos. Twitter sigue ascendiendo y no dudo que en los próximos años lo veamos a la par con Facebook.

Tomando como base las recomendaciones, ahora vemos las opciones que existen y cómo adaptarlas a medicina. Lo podemos apreciar en el cuadro siguiente (haga clic en el cuadro para visualizarlo en mayor calidad):

La pregunta final ¿Qué me sirve a mí como médico?

Bueno, la respuesta es difícil, y depende de cómo queramos interactuar y de nuestras actividades extras como profesionales de la salud, por ejemplo, si somos investigadores, tutores o blogueros.

Viendo el impacto que tiene cada una de las redes sociales, yo me quedaría con twitter y/o facebook para dar noticias a mis pacientes seguidores; además, para difundir noticias y comentarios en mis blogs, usaría Digg y StumbleUpon para darle promoción a los mismos y compartirlos al mundo. Como profesional de la salud, colega, empleado o posible jefe, quiero tener a la mano mi curriculum vitae e historial profesional que quiera compartir en LinkedIn, y a la vez enlazar con profesionales afines en otras partes del mundo. Por otro lado, en mi consulta ayudaría mucho explicar a mis pacientes mediante un vídeo la razón por la que se presenta la fiebre, cómo nebulizar a un niño asmático o simplemente divertirse compartiendo vídeos en YouTube.

Nada de esto está basado en la evidencia, aún no tenemos estudios y para colmo cada vez hay más redes sociales e información. Es probable que ustedes tengan sus favoritos y otras sugerencias (por ejemplo, el nuevo Buzz, de Google, Del.ici.ous, entre otros) que les invito a compartir en este blog; pero creo que aún estamos en pañales en esto de las redes sociales y su uso en medicina. Aprendamos juntos, compartiendo el conocimiento y saquemos lo mejor de ellas.

Carlos A. Cuello García
Centro de Medicina Basada en Evidencia del Tecnológico de Monterrey
www.cmbe.net

QUIEN QUIERE SER UN EXPERTO EN DIAGNOSTICO?

(Primera parte)

László y Klara Polgár, dos educadores Húngaros cierta vez tuvieron la determinación de demostrar que las mujeres podían ser tan buenas como los hombres para los retos de pensamiento espacio-temporal, como, por ejemplo, jugar ajedrez. Hace más de treinta años el pensamiento habitual era que los talentos o “expertos” en ajedrez eran natos, así como los expertos en otras áreas, como música, matemáticas, arte y… medicina.

Lászlo y Klara educaron a sus tres hijas en casa, y parte del temario incluía la clase de ajedrez. Al paso de los años su esfuerzo rindió frutos. En el año 2000 las tres niñas ya se encontraban entre los diez mejores jugadores del mundo. Judit, la menor, llegó al grado de Grand Master de la FIDE a los 15 años de edad, derrotando a su paso a muchos chicos. La tesis de sus padres fue “los genios (talentos, expertos) no nacen, se hacen”.

¿Qué tienen en común los grandes expertos en otras áreas con la medicina (y por lo tanto con los buenos diagnosticadores)? Bloom en su ya clásico texto “Desarrollando el talento en los jóvenes”, hace una recopilación de las características de los talentos y los expertos tratando de predecir quién y cómo será un experto. Entre sus conclusiones, menciona que los deportes es la única rama en donde lo innato cuenta (si eres más alto y tienes genética musculosa, serás mejor garrochista); pero al hablar de artes, ajedrez, matemáticas y medicina, el IQ, clase social o belleza no son un común denominador para hacer un experto. De su trabajo concluye que lo que más ha influido en la creación de las grandes mentes, expertos y talentos, es: la PRÁCTICA; cantidad y calidad de práctica; practicar intensamente, estudiar con maestros devotos y tener un apoyo entusiasta por parte de su familia. Otros estudios en el área de la psicología han demostrado resultados similares: los expertos se hacen, no nacen.

La relación entre experiencia y “performance” se describe previamente por Krampe y Ericsson en 1996 en el campo de la música.

¿Y en medicina?

El diagnóstico certero requiere un gran porcentaje de experiencia. Desgraciadamente eso solo lo obtenemos con el tiempo, y exposición. Ver pacientes y más pacientes. Esto lo demuestran varios estudios; entre ellos mencionaré dos, el primero el de Hobus & Schmitt, quienes evalúan cómo la certeza diagnóstica va aumentando con la edad y experiencia.

El otro estudio interesante es sobre el reconocimiento de patrones en dermatología. Kulatunga-Moruzi et al., dieron datos verbales, visuales y la combinación de ambos a dermatólogos experimentados, médicos de atención primaria (AP) y a residentes en dermatología sobre condiciones de la piel. Los resultados se presentan en esta gráfica

Siendo residente es obvio que se pasan una gran parte del tiempo leyendo y su diagnóstico viene, en su mayoría, de la memoria de lectura; al enfrentarse a un diagnóstico puramente visual, no reconoce la entidad, y fallan más. En cambio, la experiencia visual del dermatólogo y el médico de atención primaria es más obvia.

El mensaje es claro, la próxima vez que veamos a nuestros pupilos no diagnosticar o mal-diagnosticar una entidad clínica con tan solo verla, preguntémonos antes si han tenido la exposición suficiente a ese tipo de entidades, ya sea viendo pacientes reales o mediante herramientas como un buen atlas o imágenes mediante la plataforma tecnológica. Es posible que también le falten años de experiencia (el número mágico es ¡10 años o 10,000 horas de práctica!).

Mejor preguntémonos si la falta de exposición es por falta de interés del estudiante/residente o por que no le hemos proveído de esa oportunidad. La primera sí merece un regaño y orientación, la segunda, una introspección nuestra.

  • Krampe, R. T., & Ericsson, K. A. (1996). Maintaining excellence: Cognitive-motor performance in pianists differing in age and skill level. Journal of Experimental Psychology: General, 125, 331-359.
  • Hobus PPM, Schmidt HG. 1993. In: Schmidt HG. The encapsulation framework in the presentation of physicians’ recall of clinical cases. Presented at the annual meeting of the American Educational Research Association. Seattle, WA, 2001
  • Kulatunga-Moruzi C, Brooks LR, Norman GR. Using comprehensive feature lists to bias medical diagnosis. J Exp Psychol Learn Mem Cogn. 2004 May;30(3):563-72.

Carlos A. Cuello García
Centro de Medicina Basada en Evidencia del Tecnológico de Monterrey
www.cmbe.net

SESGOS, SESGOS…

“Llamamos experiencia al conjunto de nuestros errores”

– Oscar Wilde (1854 – 1900)

Antes de pasar a las diferentes estrategias diagnósticas usadas por los clínicos, es importante darnos cuenta de nuestros errores. Pero este paso es muy difícil ya que es una práctica a la que los médicos no estamos acostumbrados (o nacimos con ella o no nos enseñaron adecuadamente), y este comportamiento parece verse directamente proporcional a la edad del clínico.

Muchas veces nos sentimos tan seguros de un diagnóstico que no importa lo que nos digan, no cambiará nuestra manera de pensar, y nos aferramos puerilmente a una entidad clínica sin tomar en cuenta a nuestros pacientes.

Cuando llegamos a una conclusión diagnóstica de forma rápida (por ejemplo, al ver a un niño con varicela) llegamos a esa conclusión gracias a un proceso mental llamado “heurística”. Llámele sentido común, adivinanza acertada o como sea, el caso es que tuvimos fortuna en no equivocarnos.

Las heurísticas en medicina deben enseñarse, aprenderse y hacerlas conscientes para que, cuando sean erróneas, nos demos cuenta más fácilmente del error y no lo repitamos.

Pero ¿qué pasa cuando la heurística es errónea?

A la heurística no-acertada se le conoce como sesgo o error cognitivo.

A continuación cito algunas heurísticas y por ende sus respectivos sesgos (errores, cuando nos equivocamos) que como clínicos cometemos al momento de hacer un diagnóstico:

Heurística de representatividad: Esta heurística es en realidad buena, y pocas veces errónea. La utilizamos en base a nuestro conocimiento previo. Sucede cuando asumimos un diagnóstico en base a nuestra “base de datos” mental y creamos estereotipos. Por ejemplo, si un paciente de 4 años tiene fiebre de 6 días de evolución, exantema macular diseminado, ganglios linfáticos crecidos, hinchazón de manos y pies, y mucosa oral enrojecida con descamación, es muy probable que sea una enfermedad de Kawasaki, y en la mayoría de las ocasiones no nos equivocaremos; sin embargo, un pequeño porcentaje de casos NO serán Kawasaki (tal vez será un sarampión, o un adenovirus); y es precisamente a esa posibilidad a la que debemos estar abiertos. Similar a el típico escenario de “si hace como pato, camina como pato… debe ser un pato” (pues no siempre es así, hay fulicas americanas que no son patos pero parecen patos).

Heurística de disponibilidad: un estudiante que acaba de regresar de su rotación por infectología, es llamado a rotar en ortopedia y trauma; en esta sala, para él, todo paciente con fiebre que ve, cree que presenta dengue, ya que su rotación fue en Veracruz y vio muchos casos. Otro ejemplo, de la vida cotidiana, es aquel cuando nos enteramos por las noticias que acaba de descarrilarse un tren donde murió mucha gente. Al día siguiente tenemos un viaje, y decidimos viajar en coche.

Sesgo de exceso de confianza: esto es más común y seguramente vemos casos a diario; el típico caso es el del médico que se confía en su conocimiento, que da un diagnóstico apresurado y no da cabida a que puede estar equivocado(a). En estos casos se usan mucho las corazonadas, haciendo a un lado el pensamiento crítico.

Sesgo de confirmación: Un paciente llega de México a los EEUU con diarrea y fiebre de 10 días de evolución. El doctor en EEUU que lo atiende sospecha fuertemente amibiasis, y las preguntas que hace van orientadas a esta enfermedad (¿tiene familiares con diarrea?, ¿ha tenido dolor de estómago?) y desecha por completo otras preguntas, siendo que el paciente tiene una gastroenteritis viral común y corriente. En este sesgo, el médico se “casa con” y se aferra a su diagnóstico, y hace pruebas de laboratorio sólo para confirmar su diagnóstico.

Sesgo de correlación ilusoria: Niño de 4 años con resfriado común de 5 días de evolución, la madre ha ido con distintos médicos (uno por día, como ocurre en nuestro país con frecuencia) ya que no se cura rápido. Al sexto médico (sexto día y sexto medicamento) se quita la fiebre y las molestias (porque se trata de un virus y esa es la evolución natural de la enfermedad). El niño vuelve a jugar y es feliz. Conclusión de la madre: El sexto médico y por lo tanto, el sexto medicamento antibiótico, fue el genio que lo curó, o como decimos en México, ¡el “mero bueno”!

En conclusión, ya que existen muchos tipos de sesgos o errores cognitivos, lo más importante es estar al tanto de ellos, para que dentro de una aplicación de humildad y pensamiento crítico, asumamos que podemos estar equivocados. Si aceptamos eso, tendremos avanzado el camino en un muy buen porcentaje de los procesos diagnósticos y de toma de decisiones que hacemos.

Carlos A. Cuello García
Centro de Medicina Basada en Evidencia del Tecnológico de Monterrey
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QUE TIENEN EN COMUN LOS MEDICOS Y LOS DETECTIVES?

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El inspector Gregory, de Scottland Yard, entrevista a Sherlock Holmes, quien intenta hallar un caballo de carrera desaparecido, llamado “Silver Blaze”, y al mismo tiempo identificar al asesino de John Straker, el entrenador de Silver Blaze, quien fue hallado muerto en el establo de un golpe a la cabeza.

– ¿Hay algo que yo deba notar o algo que deba llamar mi atención en este caso? –pregunta el inspector a Holmes.

– Sí – contesta Holmes- el punto interesante aquí es el perro guardián del establo.

– Pero –replica el inspector-  el perro no hizo nada durante la noche.

– Precisamente, ése es el punto interesante…

El perro “vigía” del establo no había hecho ruido alguno porque fue el mismo entrenador de Silver Blaze (y a la vez dueño del perro) quien intentó robarse al caballo. Silver Blaze fue quien accidentalmente (de un susto) mató a su entrenador cuando este trataba de herirlo para que perdiera la carrera del día siguiente. El perro no ladró porque reconoció a su amo.

Holmes, al final alaba la pericia del inspector Gregory al ayudarle a resolver el caso; “la única pena” dice Holmes “es que le falta imaginación”.

El clínico, como Sherlock, debe saber reconocer los recovecos de una historia clínica, basada en una adecuada reunión de datos, saber identificar lo presente, pero también lo ausente, inconsistencias, claves diagnósticas, probabilidades y previene cambios en el futuro.

Los médicos, como los detectives comparten ciertas características, por ejemplo:

  • Comparten el método científico desde el siglo 19
  • Empezaron en sociedades de clase media a media alta
  • Tienen fe en la lógica
  • Tienen patrones de trabajo similares
  • Habilidad para la “observación”
  • Habilidad para la “inducción”, “deducción” y “abstracción”
  • Conocimiento universal (no solo en su área de especialidad, sino en todo tipo de conocimiento que abarca ciencias, arte e historia)
  • Habilidad para reconstruir perfiles sociales y psicológicos
  • Habilidad para detectar inconsistencias

El mismo creador de Sherlock, Sir Arthur Conan Doyle, era médico (así como Wattson); de hecho, la creación de Sherlock la basó en los métodos utilizados por su mentor, el Dr. Joseph Bell (mejor conocido por describir la parálisis facial que lleva su nombre) (Leibow 1982)

El razonamiento clínico y el diagnóstico, errores comunes

La inferencia en medicina consiste en una evaluación o proceso que realiza la mente entre conceptos que, al interactuar, muestran sus propiedades de forma discreta. Para esto se utiliza la abstracción. En pocas palabras es sacar una consecuencia o deducir algo de otra cosa. Holmes, como todos los clínicos, utiliza la abstracción (una mezcla de inducción y deducción) para generar hipótesis y después comprobarlas con evidencias.

Juan está mirando a Ana, pero Ana está mirando a Jorge. Juan está casado, pero Jorge, no. Pregunta: ¿Está una persona casada mirando a una persona soltera?

A) Sí
B) No
C) No se puede saber

La respuesta correcta es “A” ¿Por qué?

Un error común en el análisis de la evidencia es que no vemos las posibilidades por completo y nos vamos a lo más rápido y fácil, muchas veces sin pensarlo. La mayoría de las personas que contestan a esta pregunta escogen, en primera instancia, la letra C

A esto, el doctor Stanovich, en un reciente artículo publicado en Scientific American (Stanovich 2009), le llama “dis-raciocinio”  (en inglés, dysrationalia), es decir, a la ocurrencia de muchas personas (todos con IQ alto o normal) de dejar pasar información importante y que muchas veces nos vamos por lo más rápido y fácil.

Pongamos otro ejemplo (trate de contestar sin leer la respuesta):

Un bate y una pelota de beisbol cuestan en total $1.10 dólares, el bate cuesta $1.00 dólar MÁS que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota?

A) 0.20 (veinte centavos)
B) 0.10 (diez centavos)
C) 0.05 (cinco centavos)

La respuesta correcta es C, cinco centavos. Si bien la mayoría se iría primero por la opción B, si lo piensan dos veces esto es imposible, ya que si la pelota costara 10 centavos, el bate tendría que costar 1 dólar más, es decir, 1.10, por lo que la suma (0.10 +1.10) daría 1.20 dólares.

Según el Dr. Stanovich, esto está costando millones de dólares en mercados y negocios, y sospecha que muchos clínicos toman decisiones en base a este disraciocinio y en consecuencia cirugías innecesarias, tratamientos absurdos o “quackery”.

Raro, pero hace más de un siglo, el mismo Sherlock hablaba de algo parecido, si bien, NUNCA dijo “elemental, mi querido Watson”, si decía lo siguiente:

  • Ves, pero no observas
  • Ya conoces mis métodos, están basados en observar los pequeños detalles.
  • Nunca confíes en impresiones generales, mi amigo, concéntrate en los detalles.
  • Es un error hacer teorías antes de tener datos.
  • Los insensatos cambian los hechos para encajar en sus teorías, en lugar de buscar teorías que encajen en sus datos.
  • El mundo está lleno de cosas obvias que nadie observa ni por casualidad.

El clínico diagnostica de muchas formas utilizando distintas estrategias dependiendo del caso. En muchas ocasiones utiliza un método automático o no-analítico de reconocimiento de patrones visuales, es decir, lo que llamamos en México, diagnóstico “de camión” o “spot diagnosis”. Por ejemplo, un oftalmólogo que ve un desprendimiento de retina, un pediatra que aprecia una varicela florida, un genetista que ve a un paciente con síndrome Down, o un dermatólogo que ve una placa de psoriasis. Estos diagnósticos son hechos a la vista y sin análisis consciente de las hipótesis. La segunda gran estrategia es el análisis hipotético-deductor, que utiliza generación de hipótesis y las descarta conforme avanza en el proceso diagnóstico (Elstein 2002)

Recientemente, Carl Heneghan y cols. de la Universidad de Oxford, describieron los estadios del proceso diagnóstico, en un ejercicio que él y su equipo hicieron en varios clínicos; estos son tres y se aprecian en la siguiente figura (Heneghan 2009)

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No todos son utilizados en cada ocasión que vemos un paciente, y no todas las estrategias son correctas (de hecho, no existe una que sea “la correcta”). En el proceso diagnóstico es donde más se aplica la individualidad de la evidencia a cada paciente en particular.

En siguientes posts hablaremos de cada una de estas estrategias y cómo sacar el máximo provecho de cada una, así como una descripción de cómo llegamos a diagnósticos cuando se trata de casos complejos.

Carlos A. Cuello García
Centro de Medicina Basada en Evidencia del Tecnológico de Monterrey
www.cmbe.net

Referencias

  • Leibow 1982: Leibow E. Dr Joe Bell: Model for Sherlock Holmes. Bowling Green, Ohio: Bowling Green University Popular Press,1982
  • Stanovich 2009: Keith E. Stanovich, “Rational and Irrational Thought: The Thinking That IQ Tests Miss,” Scientific American, November/December 2009, pp. 35-36.
  • Elstein 2002: Elstein AS, Schwartz A. Clinical problem solving and diagnostic decision making: selective review of the cognitive literature. BMJ. 2002 Mar 23;324(7339):729-32.

LIDERES EN EL CINE (Y EN MEDICINA)

cineMuchos se preguntan ¿cuáles son las cualidades que debe tener un líder? ¿Qué es lo que hace a un líder? o ¿se nace siendo líder?

¿Qué contestarías a esta pregunta?

El profesional de la salud tiene vidas en sus manos, y muchas otras carreras de igual forma requieren de una cadena de mando, especialmente en los hospitales, sistemas médicos o áreas de emergencia y cuidados intensivos. Muy similar a lo que ocurre en las fuerzas castrenses, el médico desde su inicio se enfrenta a jerarquías que obedecer. El interno de pregrado (como el eslabón más bajo) recibe órdenes de su residente de primer año quien a su vez recibe órdenes de su residente superior y este de su médico adscrito y así podemos escalar hasta el director del hospital o el secretario de salud.

Idealmente esta cadena de mando existe con el único objetivo de que las cosas funcionen y se salven vidas. Por desgracia no siempre un buen líder encabeza esta cadena y nosotros como médicos podemos enfrentarnos a situaciones difíciles al considerar que un mal liderazgo nos acecha. Más aún, debe todo profesional de la salud tratar de enseñar y fungir como un líder para pupilos y pacientes. Tanto en la academia, como en la atención clínica.

He querido repasar algunos ejemplos que aplicarían a medicina haciendo una analogía con personajes de películas. Sé que suena fantasioso, pero existen ejemplos que podemos acopiar y analizar sus cualidades; lo que nos gustaría ver en uno de nuestros líderes, en nosotros mismos o en nuestros alumnos.

¿Cómo los escogí? Siguiendo las características de los líderes descritas por Bill George, CEO de Medtronic y otros autores expertos en el tema. De acuerdo a todos ellos, una de las características más importantes es “ser tú mismo”. Esta y otras características citadas son:

  • Autenticidad; el líder es auténtico en el sentido de que no miente si te dice que lo que hace, lo hace realmente por “amor al arte”, más que para ganar fama o dinero.
  • Empatizan: un buen general no le pide a un soldado algo que él no hubiese hecho cuando era soldado.
  • Pasión por lo que hacen. Los mueve y orienta su pasión. Es innegable la forma en que disfrutan su trabajo y podrían hacerlo por toda la vida.
  • Darle poder a su gente; anteponen su deseo que la población que los sigue, reciba los beneficios/objetivos finales, más que para ellos mismos; es decir, dejan a un lado sentimientos infantiles de “¿y yo qué gano?”; son, como mencionó J.F. Kennedy, los que preguntan qué pueden hacer por su país, más que pedir que les resuelvan sus problemas.
  • Reconocen sus limitaciones y errores: les duele en el alma, pero trabajan al máximo para mejorar; saben detenerse, observar el entorno y meditar sistemáticamente dónde estuvo el error y no se rinden.
  • Tiene un propósito que los guía, tienen claro dónde están y adónde van, por eso la gente los sigue.
  • Autodesarrollo y auto-aprendizaje. Un auténtico líder se dedica (por su propia pasión) durante toda su vida a su crecimiento personal, con dedicación, en lo que ellos creen.

Algunos ejemplos de la farándula cinematográfica

  1. Maximus Decimus Meridius – Gladiator: estaba al lado del soldado, hombro con hombro en cada batalla; los mismos sub-alternos le sonreían y ensangrentados se erguían orgullosos para mostrarle que estaban con él; sabían que él también había luchado a su lado. Un residente no necesita ser musculoso o manejar una espada para lograr el respeto y admiración de sus estudiantes o incluso sus superiores. La analogía sería (les digo a los muchachos) que sustituya los músculos y la espada por el conocimiento, el trabajo hombro con hombro, apoyo, decisiones inteligentes en busca de un objetivo común (salvar vidas y proveer confort). Un subordinado (estudiante, residente) te seguirá más por el respeto, que por el miedo; no es necesario tener músculos, dinero, o grandes posesiones.
  2. William Wallace – Braveheart: Las principales cualides de William eran su pasión y desinterés. No buscó poder o fama. No se vendía tampoco a las ofertas personales del rey, siguiendo sus principios.
  3. Leonidas -300: No, no mires tu abdomen en busca de músculos y piernas depiladas que se explayan en la película. Será muy decepcionante tal vez =). La cualidad de Leónidas era su determinación sin rendirse a pesar de tener todo en su contra. Supo aprovechar un pequeño espacio dónde pelear. Desobedeció las leyes que le prohibían enfrentarse a los persas. No quiero decir que romper las leyes sea algo bueno o digno; sino que el líder se pregunta si ¿estará haciendo las cosas de forma correcta, o estará haciendo lo correcto?, (en inglés “managers do things right, leaders do the right thing”).
  4. Oskar Schindler – Schindler’s list: Conectamos con el anterior ejemplo (raro, lo sé) en cuanto a hacer lo correcto. En la Alemania nazi, Hitler nunca hizo nada fuera de la ley, pero era obvio que lo que hacía estaba mal (al menos para cualquiera de nosotros). Si te encontraras en los años 60’s en EEUU, y marcharas a favor de los derechos civiles de los negros, también estabas en contra de la “ley” en aquel entonces. A lo que me refiero es a tener siempre la mente abierta y hacernos la pregunta que manejé en el punto 3, al final.
  5. Harry Potter – Harry Potter and the Order of the Phoenix: Me gusta este ejemplo, específicamente al hablar de academia; me gusta mucho y pocos notan la analogía, pero Harry sería un ejemplo de alumno que me gustaría tener; y muchos fanáticos de la saga dirían que la mejor estudiante es Hermione, por aplicada y sabionda, pero en realidad prefiero a Harry por lo siguiente (si no vieron la película, réntenla, vale la pena): en el momento en que Dolores Umbridge toma posesión de la escuela de magia Hogwarts, se decreta que no enseñarán más una materia de protección contra las magias oscuras; muchos residentes o estudiantes estarían felices al conocer que no tendrán clase, o algunos se molestarán pero lo más que harán será refunfuñar y después se resignarán. Harry y compañeros nunca vieron eso como alternativa viable, no aceptaban el NO aprender. Lo que hicieron fue comenzar el auto-aprendizaje, tomando el liderazgo y experiencia previa de Harry, quien hizo muy bien su papel, enseñando a sus “pupilos” con empatía, sencillez, paciencia y ejemplo, felicitándolos y alentándolos cuando era necesario.
  6. Jon Keating – Dead Poets Society: me gusta el ejemplo porque el profesor emprendió novedades y sistemas de enseñanza completamente distintos a lo que era usanza en esos días. Se las ingeniaba para abrir las mentes de sus alumnos, los sacaba al patio, hacía ejercicios raros para ver las cosas de forma distinta. A pesar de las adversidades, él sabía y confiaba en sus métodos. Creo que el mensaje más importante es que no tenía miedo a intentar cosas nuevas en el campo de la enseñanza.
  7. Dewey Finn – The School of Rock: a muchos no les gusta esta película (por el actor principal) pero aunque a mí tampoco me cae muy bien Jack Black, el director logra transmitir la pasión del profesor por el rock, más aún, encuentra que su pasión lo guía a hacerlo con entusiasmo, y contagia a sus alumnos con el mismo, organizándolos y encontrando lo mejor de cada uno.

Sé que se me pasan muchas otras películas favoritas y personajes (mándenme sus ejemplos y opiniones).

Carlos A. Cuello García
Director, Centro de Medicina Basada en Evidencia del Tecnológico de Monterrey
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